MARIO CAMPOSECO
La historia deportiva de El Caballero del Deporte, se inició cuando él vistió
la camisola negra y blanca con rayas verdes de El América de Quetzaltenango. En
1938 militaba en este equipo.
Era un joven delgado, vigoroso y veloz, por ello rápidamente llamó la atención
de los comunicadores y afición.
Este deportista respondía al nombre de Mario Salvador Camposeco López. En
noviembre de 1942, Camposeco López debuto como jugador internacional,
atendiendo al llamado del entrenador Manuel Carrera, quien le pidió reforzar al
Municipal como puntero derecho en un encuentro contra el club Atlante de
México. En 1943 vistió por primera vez el uniforme de la selección nacional y
participo en los campeonatos Centroamericanos de El Salvador, Costa Rica y
Guatemala, además en los VI Juegos Deportivos de Centroamérica y el Caribe.
Al transcurrir los años, Mario Camposeco fue un elemento obligado a integrar
las selecciones nacionales de fútbol.
Además del fútbol jugaba basquetbol y fue seleccionado departamental y nacional
en varias oportunidades.
Mario era un joven de voz suave y reposada, era de carácter sencillo y la fama
nunca limito su don de gente. Él escucho de miles de gargantas corear su nombre
en los estadios.
La fama de El Caballero del Deporte transcendió las fronteras, un equipo
mexicano de fútbol le ofreció un jugoso contrato para que integrara sus filas.
Sin embargo, declino la oferta indicando que el se debía a su tierra.
En 1951, cuando se conformaba la selección nacional que viajaría a Curazao a
disputar una serie de juegos, fue convocado y se negó a viajar explicando que
no se encontraba en su mejor momento y pidió que su lugar fuera ocupado por
otra persona que estuviera en la capacidad de disputar los partidos.
La figura de Mario Camposeco López surgió cuando el fútbol nacional estaba en
su época de oro, y alterno al lado de jugadores como Valentin del Cid, Pepino
Toledo, Armando Durán, Soldado de León y El Mito Marroquín, quienes eran los
mejores futbolistas de la época.
Mario Camposeco López estaba en lo mejor de su trayectoria futbolística a
mediados del presente siglo. Era el 17 de junio de 1951, cuando la
Confederación Deportiva Autónoma de Quetzaltenango organizo una mañana
deportiva en la cual la principal atracción seria un encuentro futbolístico en
el cual actuaría el Comunicaciones de la capital.
El estadio de Quetzaltenango estaba colmado de aficionados y la mañana era
amenizada por la Marimba Ideal del compositor Domingo Bethancourt.
En el encuentro, contra todos los pronósticos, Xelajú se puso en ventaja, era
Mario Camposeco quien conseguía la primera anotación.
Otra vez Camposeco hacia su aparición y conseguía el segundo, posteriormente el
tercer tanto, para dejar la cuenta tres goles a cero.
Como premio a su destacada labor en el encuentro contra Comunicaciones, por la
tarde, un aficionado lo invito a dar un paseo en su avioneta y sobrevolaron la
ciudad.
Minutos más tarde una falla mecánica provoco que la avioneta perdiera altura y
se desplomo en el barrio La Transfiguración, donde murió el piloto y Mario
Camposeco.
Mario Camposeco López fue un ejemplo, un orgullo para el deporte de
Quetzaltenango. Su muerte provoco profunda consternación y el estadio que se
construyo en la ciudad fue bautizado con su nombre, como un homenaje a su
memoria.
Posteriormente, el equipo de fútbol de Quetzaltenango, Xelajú, agregó a su
nombre el de Mario Camposeco.
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