Jorge Mario GARCIA
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Fue uno de los artífices del primer campeonato nacional que logró el Xelajú MC en 1962, como entrenador.
El estilo campechano de Arnoldo Camposeco López con los jugadores de la época, lo hizo salir repentinamente del Xelajú MC, un mes antes de que el equipo lograra el titulo de campeón nacional al vencer a Comunicaciones en noviembre.
Arnoldo Camposeco fue el entrenador de ese conjunto, el cual tomó a última hora el técnico Roberto Chávez Lizano.
Nació el 10 de agosto de 1925, en Quetzaltenango. Tiene 74 años y está casado con Dora Alvarado, sus hijos son: Arnoldo, Alfredo, Gustavo, Dora y Patricia del Rosario. Su hermano y compañero inseparable de equipo fue Mario Camposeco.
Empezó jugando a los 7 años en el Sparta, un equipo de barrio, también practicaba baloncesto.
Luego empezó a jugar fútbol en el Olímpico de la primera división de Quetzaltenango y posteriormente en La Asociación Deportiva Independiente de Xelajú, ADIX, en 1943, la que posteriormente fue Xelajú.
También fue llamado a integrar la selección departamental de baloncesto.
Casi, durante dos décadas hizo su vida en el Xelajú, una de sus épocas doradas la desarrolló junto a sus hermanos Mario y Jaime.
Sus satisfacciones son varias, entre ellas el logro de al menos seis títulos de la primera división departamental de fútbol con el Xelajú.
Pero se le hincha el pecho de orgullo al citar la gran final de la segunda división - hoy primera- de fútbol del 7 de abril de 1957 cuando jugaron la última serie de ascenso a la liga mayor, ante Jalapa en el estadio Autonomía ante un marco impresionante de aficionados.
Comandó el equipo, que al final venció a Jalapa por 4 goles a 1 y que fue recibido en el parque central por una multitud de aficionados la mañana del ocho de abril.
Luego de dejar al Xelajú MC, en octubre de 1962, se hizo cargo, como técnico, del Deportivo Botrán, otro equipo que en ese tiempo militaba en la liga mayor.

Curioso
Nuestro jugador, quien se desempeñaba en las antiguas cinco posiciones de delantero, tenía un increíble parecido con el caballero del deporte.
Cuando me miraban en la calle me decían adiós Mario, entonces decidí quitarme el bigote para que me saludaran por mi nombre.
Pero luego resultó que me confundían con mi hermano menor y todos me decían adiós Jaime pero casi nunca me decían Arnoldo.